top of page

Artículos

Yosoybruno

(abril 2013)

A los doce años creé mi correo electrónico con esa frase, tan breve como vacía, –yosoybruno-, porque me parecía divertida la autorreferencia, con ese dejo de vanidad impresa adrede (el personaje de argentino en el exterior) pero sin conciencia de esa vacuidad. ¿Por qué vacía? No tanto porque hay doce millones de Brunos en el mundo, más bien porque aunque sea un adjetivo (oscuro en italiano) no me describe en absoluto, ni a mí, ni lo que soy, ni lo que pienso, ni lo que hago, nada, niente.


He estado equivocada tanto y tantas veces en mi vida que es muy probable que siga estándolo. Y no porque no cambie de opinión, si de las pocas opiniones que mantengo hace rato es que hay que cambiarlas tan seguido como la ropa interior (y por razones similares, agregaría Bernard Shaw). Disfruto sobremanera despojarme de posiciones o creencias antiguas (antiguas puede ser de hace unas horas). Mi obsesión con el cambio surge de considerarle, por ahora, la esencia de la evolución y, por qué no, de la vida misma. Especie que no muta, especie que se extingue. A estas alturas la coherencia sostenida en el tiempo me parece casi un defecto, una condena a muerte.


Encontrar falencias en mi forma de pensar es un placer casi genital, pues son esos pocos momentos de la vida donde da la sensación que uno se aleja un pasito de la ignorancia absoluta, aún a sabiendas de que ésta es un bosque inmenso del que no se puede escapar. Asumo que moriré aquí adentro, pero intentaré que sea lo más cerca de la salida posible. Y es ése el tema, si voy a estar acá para siempre, si voy a vivir equivocado hasta el último de mis días, al menos que se me permita cambiar de errores. No es la ignorancia inexorable la que me repele, es la maldita rutina.



Por eso no suelo conjugar el verbo ser en primera persona del singular ni muy a menudo ni muy en serio, porque cada “yo soy” que oigo lo siento embebido de constantes, de connotaciones de eternidad e inmutabilidad. Cuando escucho a la gente decir “yo soy de equis modo” no puedo dejar de oír “siempre he sido y siempre seré así” (a veces lo dicen literalmente). Me agarra un escalofrío en el alma, no porque yo vaya a alcanzar en mi vida ningún tipo de sabiduría real, sino por la tortura que me supondría estar equivocado toda la vida con lo mismo. ¡Qué pereza! “Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor.”, dijo Beckett, y yo –hoy por hoy- adhiero.


¿Entonces por qué yosoybruno? Porque soy Bruno, y es lo único que sí seré durante un buen tiempo, más que nada porque cambiarse el nombre implica muchos trámites y detesto la burocracia. Soy Bruno. Eso no te va a decir nada de mí, pero sí lo hará mi obra, y buena o mala, original o cursilona, epifánica o de plano intrascendente, mi obra es lo más cercano a una descripción personal que puedo acercarte (sean dibujos, canciones, viñetas, poemas, artículos, etc.). No te definirá qué soy hoy, pero sí lo que fui en el momento en que produje eso que estás viendo. Cuando digo yosoybruno me refiero a ese compilado de instantáneas de mi pasado, firmadas con mi nombre. Y ése es el común denominador, el hilo que sostiene unidas las piezas y las pega en un collage desprolijo que llamo historial. Ese hilo abraza bajo su sombra una serie de fotogramas que en conjunto cuentan un cuento animado, se mueven y dan la sensación de narrarte mi camino, pero sin alcanzar jamás mi presente, el paso que estoy dando ahorita mismo. Sé que no es mucho, ni si quiera sé si es algo.


No soy mi pasado, pero eso es lo único que te puedo ofrecer, porque es aquello de lo que me despojé, son los vestigios de mi libertad.


¿Qué seré mañana? Ni idea, con suerte un error fresco, diferente, al que pondré la firma para regalártelo cuando al fin se transforme, como les pasa a todos los mañanas, en un nuevo ayer.

Eso. Yo soy Bruno. Obviedad monumental si las hay, sí. Y así me he llamado toda la vida, o mejor dicho, así me han llamado (siempre que me llamo a mí mismo me da ocupado, por eso no lo hago, por eso no me sé mi número), pero sigo sin tener ni pálida idea de lo que significa. Soy Bruno. ¿Y eso qué? ¿Te dice mucho de mí? Porque a mí no me dice nada
 

bottom of page